05 febrero 2015

Guadalquivir

El género documental lleva viviendo desde hace unos años un momento dulce, estrenándose en salas de forma más o menos masiva y consiguiendo reconocimiento por parte de la crítica y el público. Aún así, el hecho de que se ruede un documental de naturaleza en España es noticia, si a ello se le suma que se estrene en una veintena de cines nos encontramos con un acontecimiento que hay que aprovechar.

Eso hizo el que escribe con Guadalquivir (ídem, 2013), un documental dirigido por Joaquín Gutiérrez Acha (Las montañas del lobo) que  apareció casi de improviso en la cartelera. El último día que se proyectaba en los Princesa fui a verla antes de quedarme con las ganas, porque tenía el gusanillo desde el momento de su estreno.

Guadalquivir, como su propio título puede dar a pensar a usted, perspicaz lector, es un documental sobre el mayor río de Andalucía y uno de los más importantes de la península Ibérica. Así pues, hacemos un recorrido desde las montañas en las que nace, allá en el Parque Natural de Cazorla, Segura y las Villas, donde sus aguas agitadas truenan como el llanto de un bebé, hasta su tranquila senectud, dando vida a una rica marisma y diciendo adiós a la tierra; pasando por la rebelde adolescencia de Sierra Morena y la calma turbia de su ciclo medio por ciudades como Sevilla. Todo este recorrido no lo hacemos solos con el agua, sino que se nos cuenta la vida de los diversos habitantes que pueblan sus riberas, así como los bosques y montes que atraviesa, centrándose especialmente en un zorro que busca con ahínco no solo algo que llevarse a su vacío estómago, sino también un lugar donde vivir.

Pocos documentales sobre la fauna y flora ibéricas he visto que me hayan dejado embobado. Recuerdo uno muy espectacular sobre el Parque Natural de los Alcornocales y cuyo título ni tan si quiera recuerdo (aunque sí que lo compró National Geographic y que fue emitido en Canal+ con notable boato), tenía unos planos aéreos fabulosos y hacía que el telespectador pudiera sentirse casi como si estuviera volando junto a los buitres leonados. Guadalquivir también me ha dejado con la boca abierta en más de una escena, es un documental plagado de imágenes maravillosas, de paisajes exhuberantes y secuencias espectaculares, con un uso magnífico de, precisamente, los planos aéreos, gracias a los cuales podemos ver las marismas del Guadalquivir o la sierra de Cazorla en pleno esplendor. Igualmente remarcable es el uso de la cámara lenta, gracias a la cual disfrutamos de escenas tan espléndidas como la de dos zorros peleando por comida, u otras tan aparentemente sencillas como el salto de una rana.

En definitiva, que Guadalquivir es un gran documental sobre un río en cuyas orillas han habitado numerosas culturas, un río repleto de vida.


LO MEJOR:
-Las preciosas imágenes que pueblan todo el largometraje.
-La fotografía, la banda sonora...

LO PEOR:
-Que no se realicen más documentales para cines sobre la rica fauna y flora de España.
-Que en ocasiones promete pero no da (y me refiero a ciertos momentos con el águila real como amenazante protagonismo)
-Tanta poesía narrativa y... a veces no "pega".

¿Quién debería verla?
Cualquiera que guste tanto del campo como de los documentales de naturaleza, y no solo para echar la siesta.

¿Y quién no?
Quien al escuchar la palabra documental automáticamente se echa a dormir.

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